sábado, 12 de mayo de 2012


Comienza la mañana, miro toda esta gente, viajera, con olor a calle, rostro mañanero de un sueño, un deseo, un pedazo de pan, tostada, un sorbo de café. Y busco aquellas cosas de siempre, una algarabía inentendible, un susurro como de televisor descompuesto. Y vuelvo a pensar en el rojo, en la sangre, en decir: te presento a, te quiero, hablemos más tarde, te extraño. Entonces estos recuerdos, estas cosas malvadas me sacan lágrimas, penas, sudor, sueños; porque este sueño que has dejado se pone triste, marchito; trato de meterle ganas, algo positivo, gravedad, vida; y vuelvo a sentir a esta gente, un mundo de ideas, ensoñación barata, concentración imposible de pares, como si no pudieran con la soledad. Dos pies, dos ojos, dos manos, tres besos, que lo dañan todo por impar y las bocas se separan, buscan otras cosas, no se acercan más, se duelen, se van con otras bocas que besan en par.

No hay comentarios:

Publicar un comentario