viernes, 27 de junio de 2014

Este insomnio es un ahogarme en mi río de pensamientos banales,
es revolcarme con la sábana en el displacer de mi vida que tacho a las cuatro de una madrugada donde parece que todo duerme y no quiere despertar.
Este insomnio me acaricia las sienes y me deja explorar mis recovecos, mis cajones, mi desastre, mi caos mientras miro por la ventana y hace frío
y nadie habla
y todo calla
y enloquezco sin escapatoria alguna.


La duermevela deja para mí encima de la cama los libros y los sueños y los besos desastrosos del día que ha pasado; donde nos miramos vos y yo a la cara como incómodos para luego rozarnos las bocas
y las lenguas
y las muelas
y los pulmones donde luego queda viviendo un sabor agridulce.
Entre cavilaciones y parpadeos camino junto a vos y creo que ya he quedado profunda.
Bajo la cabeza porque es mejor mirar al suelo para no tropezar y terminar cayendo en el vacío onírico e infinito donde termino saltando para despertar en esta cama despoblada, llena de vicios.

Qué nostálgico caminar junto a alguien para abrir los ojos de repente
y verse en ningún lugar, solo consigo mismo.

“Yo creía que aquella mujer estaba loca. Luego ya no creí nada. Me sentí en un mundo lejano y me dejé arrastrar. Mi cuerpo, que parecía aflojarse, se doblaba ante todo, había soltado sus amarras y cualquiera podía jugar con él como si fuera de trapo.”

Juan Rulfo.

lunes, 16 de junio de 2014

Ahora soy como una pila de gestos innombrables.
una acumulación de eso que llevo a costas o pretendí ser;
lo que ya no queda más que en fotos o álbumes ruñidos por el moho y los años...

Quedo casi sin rostro en la última respiración de los minutos, no tengo identidad para el tiempo porque cada que transcurre el rostro y el cabello cambian. 
Al fin el tiempo dejará de pasar y moriré con gestos totalmente distintos a los que tuve en mis primeros años, cuando el espacio era borroso y no diferenciaba un objeto de otro y la vida era una incógnita;
todo se prolonga poco porque siempre cambia y lo único que me queda es ser parte del desecho que me han dejado los recuerdos y un reloj del que no hay escapatoria.
Creo que nunca llegaré a ser presente porque en el momento en que soy ya todo ha pasado para quedar profundo entre lo que pierdo en el inconsciente y el ritmo monótono de los días.
Todo lo que habité y perdí se ha quedado secretamente en las gotas que se desperdician periódicamente en el grifo mientras nadie en esta casa lo percibe, 
mientras cae el árbol que no existe pues nadie escucha,
mientras se abrigan las olas unas a otras y pasa la vida y los años y todo se refugia en el laberinto de las remembranzas.

Soy una montaña de cosas pasajeras, 
una pila de recuerdos almacenados que tiendo a usar de cuando en cuando y luego pierdo sin despedida alguna;
sin siquiera confrontar la realidad de ese momento, 
sin siquiera llorar porque estoy perdiendo algo que nunca identifiqué... 
sin siquiera alcanzar a percibir lo que fui y tengo estacionado entre los dedos de los pies y el cabello...

Toda la vida he mirado al espejo empañado del baño, pretendiendo recordar lo que soy y ya no seré más, reconociendo los gestos que he tomado de este y de otro...
Volteó la mirada al saber que pierdo el tiempo, que todo es en vano.
moriré sin verme la cara,
sin saber qué gestos hice en mis mejores épocas pues no siempre pude verlos,
sin saber qué gestos hice cuando rompí mi propia alma entre la desesperación y el pánico...

moriré sin saber cómo llegue a morir pues no recuerdo ni cómo nací ni lo que he vivido...

Creo que a fin somos lo que va perdido entre las marcas de un pasado creador de hombres apegados a un recuerdo al que no saben cómo llegaron.

viernes, 13 de junio de 2014

[...]Este soy, cubierto de ropa, de piel, de mugre,
relleno de tripas, de sangre, de ausencias.
soy yo naufragando, renaciendo, conquistando.
soy el que tú conoces, el que nadie ha visto.
este soy, y también no soy este.
soy tan poco y soy todo lo que tengo,
soy manos vacías, cartera vacía, cama vacía;
soy necedades, cobardía, indecencias.
soy todo tacto, corazón y oídos,
y soy para ti, quien quiera que tú seas.

— Edel Juárez.