domingo, 10 de junio de 2012



Le dirán que su cuerpo no es eso, que es un manojo de flores marchitas que ira regando con ganas liquidas y un poco de sol filtrado entre sus hendijas, llegando a sus lagunas, nutrido de sus aguas bastas.
Le hablarán de sus ojos como puertas, ventanas, cualquiera de esas cosas por donde se entra, espejos, miradas que se mezclan como en un remolino infinito, creandole constelaciones en la pupila, habitándole entre pestañas como planetas inexplorados a los que no se  tiene acceso ni con observarla fijamente.
Le dirán que sus entrañas son una cantidad de vida, unos cuantos humanos que salen de sus adentros, que también se quedan por dentro de vez en cuando, tomándose las mañanas, las noches agrias, las nostálgicas; siendo un caudal incontrolable de sentires.
Pero ella quedara entre cavilaciones, sentada, creyéndose solo niña, no con lo que la comparan.
porque una mujer es casi un mundo, irreconocible, impronunciable,
Tristemente reducido con las épocas a sinónimos de fragilidad e identidad errónea .

No hay comentarios:

Publicar un comentario