lunes, 18 de junio de 2012

Ella tenía cierta forma de vivir, dejando a un lado la ciencia,  esas fracciones de intelectualismo o razón. 
Poseía poco gusto por lo exacto, así que iba resumiendo su mundo a lo que percibiesen sus sentidos.
Atesoraba cada cosa por pequeña que fuese, una taza con café o una vacía, un rostro, ciertas miradas que no hacia falta explicar con ecuaciones o esquemas. 
A pesar de que el espacio estuviese abundando de cometas y constelaciones, el centro de su galaxia era otro. A veces surgía del fondo de su plato, en un beso, en el espacio entre dos gentes o hasta de su propio olor. Sus astros eran producto de una explosión casi invisible que variaba según su estado emocional y le brotaba según eso sus estrellas, sus agujeros negros, creándose un universo con cada cosa que se le mezclara en el cabello o en esas ganas casi absurdas de vivir.
El universo era todo lo que la rodeaba, ella lo entendía claramente,sin duda, pero sabía que el mundo era diferente, que no era solo un manojo de concreto o el pedazo de espacio que habitara; era lo que mirara pues no había nada más vivo que aquello que trazaran sus ojos ya que lo demás moría cuando dejaba de notarlo,Como no tenía capacidad de mirarlo todo , la vida le enseñaría a tener de centro su presente, y aunque ella fuera un punto tan minúsculo en el infinito, esa grandeza no llegaba más allá de sus pupilas.

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