lunes, 16 de julio de 2012

Hay un tipo que deseo y él no sabe nada, no lo conozco pero trato de metérmele en los gustos, que me busque la mano en el metro, que me bese la mejilla y sonría. 
Hay un tipo, se me queda en las pestañas, trato de sacarlo con gotas, remedios, ciertas veces con lagrimas, pero no me alivio, me llega hasta las pupilas, no hay mucho por hacer.
El fulano tiene mirada inquieta, dos o tres tipos de risas que retumban por el cuarto cada vez que se va, un olor que deja en lo que toca, doce deseos mal borrados por decepción. 
No es que sea la gran cosa, dice lo de siempre. Hola. Sos bien linda. Exactamente, de eso se trata la vida.Y yo me le pierdo en sus versos repetidos que lo dejan reducido a veintiséis letras, ciertos gestos compuestos y siete mil millones de personas que se ven por la calle entre pasos y esas palabras que solo recuerdan a aquel que hace de las tripas un sube y baja, una caída libre, una montaña rusa. 
Me confunde este sentir al verte como un sueño, mirarte sin saber de donde vienes, a donde vamos, esta parada de autobús a la que llegaste por la avenida, te aborde sin distinguir a donde ibas y  me quede dormida en ese largo viaje entre tus rutas, tus vicios y no desperté. 
Dicen que nos pasamos la vida durmiendo, y si duermo te metes en cualquier almohada,en cualquier historia,en este dormir de un tercio de vida. 
Entro en tus sueños anónima, viviendo, abandonada en tus pestañas, tus retinas que conducen cavilaciones absurdas sin siquiera imaginar que pienso en vos, que estoy entrando en esos ciclos de soñarte, parpadiarte.
Sin siquiera imaginar esa mezcla de siempre entre tus ojos con los míos, tus besos con mis labios, tus tripas, mis entrañas que desean a un tipo que no sabe que lo hago.

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