jueves, 19 de julio de 2012

Estoy pensando seriamente en lo real de todo esto, en lo que soy o si el resultado de lo que llevo dentro no es mas que una composición de palabras mal entendidas, siendo parte de una raza que cree en si misma solo cuando se le llega a nombrar, a mirarse entre ventanas, espejos que trazan una combinación de partículas que junto con la luz nos exponen a la critica, al desencanto.
 Así entramos a innumerables universos de los que solo habitamos cuando en los otros se activa el sentido de reconocernos, sin importar si es por medio de algo erróneo. 
Esa mirada ajena que no llega a abordarlo todo y aun así nos llena de cosas que ni tenemos.
La mirada que nos mete en una lucha por conseguir nuestra mejor versión equivoca de cosas que tal vez surgen de creer en algo producto de mil interpretaciones erradas que juntas forman una vida llena cosas inciertas, cosas relativas.
No es que seamos iguales; Somos habitantes anónimos de un cuarto oscuro, colapsando entre ellos,chocando con esas manos ajenas que nos perciben según sus lineas, que van rosando nuestro interior extrayendo la versión de algo que no se ve realmente de tanta sombra, tanto vació.
 Somos definidos por un montón de huellas ajenas, que dicen conocerse a si mismas, cuando son la conclusión de otras iguales a ellas y pretenden entendernos, saber del otro desde sus miradas, una mirada nublada, que no sabe ni donde pisa.

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