lunes, 16 de julio de 2012

Hay un bicho,
quizás algún día se me coló por los dientes,
me llegó a las tripas habitándome entre el estómago y el pulso.
El desgraciado está pérdido,seguro en otros tiempos tuvo dueño.
Hay un tipo que pasa y algo por dentro comienza a moverse,
casi baila, empieza una lucha de mis entrañas y el animal,
un cosquilleo parecido a esos que dan entre enamorados.
Pero en mí se crean agujeros casi infinitos de tanto movimiento que hay allí adentro,
y se quedan bien abiertos,
tragándoselo todo si es que el hombre se va, se aleja .
Ahí queda este bicho que tan maldito es casi inmortal.
Digo casi porque siempre queda por ahí alguna pena,
alguna ausencia, tanto dolor en un animal.
El desamor más que olvido es asesino de esos bichos internos.
El pobre queda herido, dormido, dejando por dentro otras cosas tan dolorosas,haciendo de las tripas un muerto,un moribundo que ni con el mejor de los besos despierta.

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