viernes, 5 de julio de 2013

Yo supongo que a veces uno se pierde, que a veces uno se esconde por algún lugar de la mente y duerme y descansa. Yo supongo que a veces las letras toman sus maletas, esconden la gramática y los signos de puntuación y toman un barco con dirección a alguna isla del subconsciente. Y desde ahí miran todo y toman vodka y se asolean un rato. Lo supongo, porque mis letras andan de fiesta, si eso ha de ser, se pasean por las ramas, entre gente, se pegan a mis dedos, no quieren salir. Han de estar a gusto las condenadas, a veces me susurran en los oídos, las oigo cuchichear en las noches, algunas melancólicas, otras locas, ásperas y dulces. Y entonces yo me siento y observo todo y me pican las manos, pero no produzco. Si lo hago, corro el riesgo de destruirlas, malgastarlas, malbaratarlas, prostituirlas y dejarlas rotas. Yo su pongo que a veces se debe guardar silencio con los dedos y esperar a que salgan solitas, un día cualquiera, danzando y gritando, todo lo que este tiempo estuvieron callando.

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