martes, 16 de julio de 2013

Siempre seré la versatilidad de una mujer que se acuesta solitaria en una cama, cama llena de memorias, de mariposas desechas y nidos de aves, de la vida por donde de cuando en cuando pasa algún fulano y se recuesta a hacerme compañía...
Compañía de amores claro, donde le beso los párpados y ya no hay marcha atrás...


Hay amores tan diversos, amores que nunca terminan de confirmarse.
Dudas ajenas que no rozan, dudas propias que destruyen.
Hay dolores que retuercen, dolores que mueren de amor y vuelven luego a la vida, letras que se comienzan a escribir sin mucho afán, que se olvidan y luego hacen falta... Entonces uno aprende a extrañar.


Aquí todo respira, los contactos perdidos se restablecen con un palpar que viene desde los abrazos secos, que terminan siendo lágrimas y humedad, ojos cerrados, dispares; lágrimas que se nos hacen excusas para dejar de albergar los residuos de una vida que entra por los ojos y nos saca lluvia, gotas, nos derrama incontablemente, nos pone pequeñitos, nos lleva a recordarnos.


Aquí todo está vivo, aquí todo inhala ilusión y gravedad, pero la gravedad no le da por quedarse.

Aquí todo está vivo y flotamos despiertos en nuestro desierto de sueños que pequeñitos nos lleva de las manos y termina tomándose un espacio breve de pechos, de corazones, de miradas y luces reflejadas... Termino encontrándome y la habitación le nacen pulmones... Algo que late.

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