sábado, 23 de marzo de 2013


Corro cuando quiero. 
Escribo en el bus.
Miro la cara del tipo del lado 
vestido del azul cielo que decidió escoger por su tristeza de día gris.

El bus avanza, el pulso se mueve, me altero,
se siente justamente como cuando me besa el.
El, sí, así sin tilde, pues no quiero resumir su humanidad,
su humanidad que no tiene gramática,
al que siento sin letras, sin renglones.
El hombre me mira las manos, creo que tiene tatuada la esperanza, al fin y al cabo viste de azul, como de un cielo que surge hacia arriba, en el techo,
que se extiende hacia un lado, hacia otro,
que se dibuja en colores,infinito;
Como yo a esta hora 
donde me quedo sorda entre el trafico y el instante no tiene futuro o pasado... solo queda el tiempo y el reloj.
Valiente gracia enamorarse entre el silencio que se vuelve tenue a medida de que miro al hombre... el sopor que se me enreda en los tobillos mientras voy pensando en vos...
Y así creer que eres otra cosa diferente al resto, 
quizá imaginario,
un sueño deforme, 
algo a lo que se le a dado un nombre erróneo, 
algo que no se define con letras, murmuraciones o tildes. Entonces te dejo sin nombre para no agrietar tus marcas dándoles vocales.

Poso la cabeza en la ventana, dejo de escribir para seguir corriendo, 
para creerme los párrafos que otros han creando entre miradas furtivas a mi lado.

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