domingo, 21 de abril de 2013


En el bus he pensado en vos, esta vez tengo al lado una mujer con rostro cansado que al igual que yo ha pasado parte de una ciudad llena de historias; la mujer se levanta y se sienta en otra silla, en esa silla que apunta al corredor, de donde se caen tanto, se balancean sin culpas cuando al conductor le da por frenar bruscamente y tantos salen levemente lastimados.
Tengo los zapatos llenos de lodo, un saco por falta de calor corporal y aunque hace sol el día se le ha dado por soplar periódicamente, provocando nubes, vientos, suspiros.
El bus avanza y llega a una esquina golpeada por el sol, cierro los ojos cuando paso bajo él, cómo esperando sentir su inmensidad de astro, su alivio.
Abro los ojos y estoy sola en el asiento, el bus va lleno, miro a la gente como transita en silencio bajo sus cavilaciones, como cruza su íntima cuidad de recuerdos, como los traen para si mismos hasta el punto de cambiarles la expresión.
Viajo, así como viajan ellos, como quizás lo haces vos en otra carretera,en otra parte del mundo, en otro sueño, en otra almohada,con tus palabritas y esa mirada que vale más que un tesoro perdido, lo inexplorado que se vuelve similitud a tu pupila...
Vales también tu error de humano, tu belleza incógnita y tu razón.
Sé que miras de lejos al mundo, le pones tus ideas, te hundes en el rostro ajeno, creas un viaje hecho de hombres, les nombras, les resumes...
Al fin me levanto, tomo lo que creo mío y muevo los pies... soy la maquina natural que en el bus se le antoja pensar cómo todo se va colando por tu ventana, cómo todo va quedando en vos y lo confirmas, todo que también es nada, pues a veces ni se tiene certeza de si mismos.

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