viernes, 22 de febrero de 2013

He creído estar en paz conmigo misma, 
con la música de los lunes por la noche cuando en los bolsillos queda una laguna producto de los ojos.

Miro el espejo, ya son las diez, 
el cuerpo imperfecto se mezcla con la inseguridad. 
He comenzado a palpar mis angustias,
he sentido la pena bordeando lo que soy, toco y piso.

Puedo ser errónea, mi humanidad defectuosa es un milagro, un truco de mirarse, una broma que no se reconoce.

A veces el espejo está roto, no fragmentado, solo descompuesto, te miro, me miro, nos veo distintos, me miras, soy otra que no lo entiende. 

El mundo se ha desdibujado, se ha puesto sus propias marcas y mis trazos quedaron a un lado, un lugar lejano donde me guardo a mí misma cada noche.
Quizás ésta desazón, este complejo humano no es más que el error del reflejo que no se sabe, lo que lucha sin sentido en cada uno, en todo hombre. Con el tiempo las grandes guerras inacabadas se ganan o se pierden por si solas.

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