miércoles, 11 de abril de 2012

Sos la luz matutina que hace falta,   
Que se le suma al día con los ojos, con los labios,
Y esos versos con carencia de brillo que caducan sin preguntar.
Les agrego azul, negro, soledad;
Sale de la mezcla tu universo,
Que se vuelve silencioso de tantas cosas por decir.
Más tarde se acarician con pena,se encrespan en el cabello,
Que por liso se derraman sin siquiera pronunciarse;
Caen por falta de agarre. Uno, dos, tres, medio minuto,
Y aun con esa soledad mal dicha de esta baja rima que traen las palabras.
La boca, que se posa sobre otra boca,
Que gira, que huele a vos,
un poco a árbol, fresa, un poco de viento;
Que me acompaña en la escalera,
espiral que eterna va hecha de pasos confusos
Después de sentarse junto a vos;
tanto que no sabe si es mujer, cemento, pies,
Y se enreda en razones invisibles,
llegando a tus oídos perdidos,
Dando con sonidos premisas más bonitas.
Sos las cosas bellas que se resumen con los nombres,
Que al nombrarse se hace poco,
Que al sentirse se hace mucho,
Que rondan para tambalearse en el sueño de querer habitar en tu café al medio día, que lleguen las seis, las ocho 
y me tomes por la noche
Siendo parte de alguna ensoñación despierta,
un sorbo pequeño que te enciende, te reduce,
te mete al sopor vago de los dormidos.
A mi sueño, donde llegas a pasar sin ruidos,
con el trote de este letargo que me lleva a recordarte
y a decirte al día siguiente
que te has tomado mi almohada,
que he soñado con vos.

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