jueves, 1 de marzo de 2012

"Rodó sobre la almohada y, como gastando su último aliento de vigilia antes de sucumbir al sueño, lo contempló con ojos como ranuras y le sonrió con tristeza, con el desaliento que inspira algo muy bello y muy inservible, y cuando él quiso pedirle una explicación, iluminándola con el lapicero-linterna, ella giró y le dio la espalda y estuvo un rato maniobrando con el mentón y la mejilla sobre la almohada, como un animalito que se acomoda, hasta que de pronto, como si soñara en voz alta, murmuró: “Somos una obra de arte”.


Bernado galeano. 

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