sábado, 31 de agosto de 2013

Llueve, porque al cielo no le da temor llorar, 
porque el llanto es bueno,
porque no se secan las plantas...
El hombre que no llueve termina como un cactus: seco y espinoso,
adsorbiendo su propia pena...
El hombre que no llueve termina todo húmedo pero no lo sabe, 
llora con la piel y la vida se le pone como un río desbocado...
El hombre va inundado de agua triste, de agua amarga. 

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