viernes, 27 de junio de 2014

Este insomnio es un ahogarme en mi río de pensamientos banales,
es revolcarme con la sábana en el displacer de mi vida que tacho a las cuatro de una madrugada donde parece que todo duerme y no quiere despertar.
Este insomnio me acaricia las sienes y me deja explorar mis recovecos, mis cajones, mi desastre, mi caos mientras miro por la ventana y hace frío
y nadie habla
y todo calla
y enloquezco sin escapatoria alguna.


La duermevela deja para mí encima de la cama los libros y los sueños y los besos desastrosos del día que ha pasado; donde nos miramos vos y yo a la cara como incómodos para luego rozarnos las bocas
y las lenguas
y las muelas
y los pulmones donde luego queda viviendo un sabor agridulce.
Entre cavilaciones y parpadeos camino junto a vos y creo que ya he quedado profunda.
Bajo la cabeza porque es mejor mirar al suelo para no tropezar y terminar cayendo en el vacío onírico e infinito donde termino saltando para despertar en esta cama despoblada, llena de vicios.

Qué nostálgico caminar junto a alguien para abrir los ojos de repente
y verse en ningún lugar, solo consigo mismo.

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