jueves, 20 de diciembre de 2012

Que hay en tus ojos y mis ojos, 
si los pones húmedos, llorosos y no los puedo ver.
Se nos cae la tristeza, rueda por el suelo, 
te llueven los tobillos, me ahogo entre ellos, 
llego hasta la orilla de la cama, me aparto y a lo lejos entre cielo derretido y tus parpados voy cantándole al agua, a tus charcos, a tu llanto secreto y egoísta.
Quizás no pueda tachar tu tristeza, tejerla, ponerle retrasos a tu rebeldía, a tu paso nocturno, al andar de esa pupila dilatada en la que se te pierde el mundo, en la que me hundo como si no hubiera nada más por hacer.

Quizás podría pintarte a medias por si se te va de a pocos el color, por si se te cae mientras caminas en la desesperación de la vida matutina, mientras te descubro.
Te coloreo por pedazos, 
Por besos, te derramo los colores con que te toco cada vez que me miras con los parpados, tus luces, tus risitas que se enredan de a pocos con los días y te quedas.

Que hay en tus ojos y mis ojos, 
si los pones húmedos, llorosos y no los puedo ver,
en días como estos, distantes, extraños, perdidos, 
donde te encuentro en todo lo que miro mientras a un lado la silla sigue vacía.

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