jueves, 20 de septiembre de 2012


Hay días en que la vida se me cae hasta los pies
y las horas van tan rápido que ni se alcanzan a contar.
Días de letras pesadas, mala suerte, agotamiento, 
donde me quede dormida, caiga bajo la cama
y con el tiempo me pierda entre el polvo, la suciedad. 
Debiera empezar de nuevo, 
limpiarme esta tierra, este llanto, 
este espacio vació que duele, el silencio.
Pintarme de a poco, marcar los ratos, ponerle escalas,
Sucesos a 5.000 pies de altura,
Puertas abiertas con llaves invisibles,
Historias que lleguen a los cráteres lunares.

Quien sabe donde quedaran mis próximas huellas 
ni cuando mi historia va a ser computada,
cuanta de ella se ira como si no hubiera venido,
entre cavilaciones inexistentes y vejez.
Quien sabe que consejos voy a inventar 
o si sere más de lo que muestran mis huellas, 
mis pasos rotos, mis metas aun no olvidadas.
Tal vez algún día dejaré el mundo a un lado,  casi de cabeza
olvidando todo esto cada vez que se me antoje;
Sin tanta vuelta, necesidad, como un reflejo absurdo de un capitulo que hasta ahora entiendo a medias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario