"La beso, a ella la beso, y no soy hipócrita.
La beso como podría morderla,
y a veces la muerdo, o comérmela y masticarla y digerirla.
Porque hay una desesperada necesidad, casi diría una obligación,
de marcar al otro, a la otra, aunque sea con los dientes,
y aunque alguno de estos sea postizo.
Dejar una marca propia es cosa de vida o muerte,
o de muerte solamente, porque la intención
subterránea es pasar la muerte,
es seguir existiendo después del fin.
Y a esos efectos tanto sirve la existencia
de un hijo como la de una cicatriz.
Después de todo, también el hijo es una cicatriz.
Buena definición para proponer a la Academia. Hijo: cicatriz de amor."
Mario Benedetti
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