Todo tiene contorno y forma,
todo tiene aliento, rastro,
todo deja huella y perdura en el tiempo,
todo despierta y abre los ojos así no tenga ojos, ni pupilas, ni cataratas…
Todo abre la noche y el día,
todo transcurre y también duerme, eterno, breve, momentáneo.
Porque la eternidad tiene modo de contarse y fin,
la eternidad tiende al límite de un tiempo que sigue transcurriendo sin nombre.
Todo tiene centro y universo;
al todo la nada lo mira y se mezcla a él como amantes que crean juntos un caminito de sueño y lujuria.
Todo se adhiere a ese eterno retorno a lo sucio y lo bello...
Porque todo se marchita para nacer de otra manera…